Entrenamiento autógeno y técnica vocal
El Entrenamiento autógeno fue dado a conocer a comienzos del siglo XX por su creador, el neurólogo alemán J. H. Schultz. En el comienzo de mis estudios de canto en el conservatorio tuve la suerte de tener como profesora de foniatría a Ofelia Faini, quien daba inicio a cada clase indicándonos: “ojos que pesan, brazos que pesan, piernas que pesan”, y nos recordaba la necesidad de “anclar”. Me encantaban sus clases, pero tardé un tiempo en entender el porqué de su insistencia en enseñarnos el Entrenamento autógeno, y la utilidad que tendría en el estudio del canto y en mi vida en general. Lo que si recuerdo es que Ofelia transmitía paz interior, equilibrio, seguridad, era maravilloso verla, y se me hizo evidente con los años que su secreto estaba en la práctica de este entrenamiento. Según Ofelia puede decirse que el entrenamiento autógeno es una relajación para el autodominio. Schultz había observado que la gente en estado de relajación profunda percibe sensaciones de peso y calor, y propuso intentar llegar a este estado autógeno mediante una serie de autosugestiones u órdenes. Tal como lo planteaba Ofelia, se comienza ubicándose en un lugar tranquilo, sentado o recostado, y uno mismo debe repetirse mentalmente, 6 veces, cada una de las siguientes sugestiones: Ojos que pesan - Brazos y piernas que pesan - Brazos y piernas calientes - Se siente la respiración - Abdomen caliente - Frente fresca. La sensación de peso es más fácil de obtener que la sensación de calor. Se pueden usar imágenes mentales como recurso, por ejemplo, imaginar que el brazo se sumerge en agua caliente para la sensación de calor. Leyendo textos de Schultz llegué a desarrollar mi propia manera de incorporar al trabajo vocal el entrenamiento autógeno. Antes de vocalizar, o cuando estoy en el escenario, pienso en una sola autosugestión: “mi brazo (derecho o izquierdo) pesa mucho” (es preferible concentrarnos en el brazo que más usamos), y la repito mentalmente 6 veces. La sensación irá trasladándose al otro brazo, a las piernas… con el tiempo entenderemos, en la vivencia de la sensación de peso, a qué se refería mi profesora Ofelia cuando decía: “anclar”. Anclados en el escenario nos sentimos relajados y seguros y estamos preparados para actuar, en paz. Es importante que tengamos en cuenta que estamos hablando de un entrenamiento, los resultados se sentirán con varios meses de práctica. La sensación de peso genera un adecuado sustento para la dirección hacia arriba del cuerpo, que puede erguirse cómodamente, desafiando a la gravedad, y esto permitirá que la voz encuentre también el soporte que le da fuerza, su raíz. Ofelia iba más allá, en una de las clases particulares que tomé con ella me dijo: este anclaje, este peso, es el “ser yo”, la identidad, la personalidad, la potencia de ocupar el lugar que tenemos en el mundo.